Queremos conocer y ver caer las cabezas de los hampones de la reforma de la justicia

Por: William Franco

Queremos conocer y ver caer las cabezas de los hampones de la reforma de la justicia

Señor presidente, Santos:

El problema ya no está en si se archiva o se modifica, ese esperpento, o cual es el camino jurídico correcto para resolver el impasse. El desarrollo de los acontecimientos ha sido tan veloz que ya el interés hoy es otro. Quizás en el recuerdo histórico quede constancia de haber sido el detonante (florero de Llorente). Pero, hoy se cava con prontitud los cimientos de una constituyente con propósitos disímiles.

En estos momentos de tanta trascendencia para la República, no es conducente emitir juicios de valor, y menos tomar decisiones, como gobernante, cuando el fuego azota en todas las direcciones. Actuar rápido no es sinónimo de eficiencia, sino de desespero. Llamar al congreso enerva los ánimos.

Usted necesita aplomo, abstraerse de sus emociones, para actuar. El pensamiento, donde florece el mundo de la ideas, no es el mejor punto de apoyo en estos instantes. No hay espacio para analizar sino para OBSERVAR. Si usted actúa sometido al "YO", sus ideas de enfoque serán parciales, no tendrá nunca la oportunidad de abarcar la totalidad y las dimensiones del imaginario colectivo de la nación. Todos sus actos estarán oreados de error por el condicionamiento mismo de las circunstancias, y de la memoria genética que arrastramos de la evolución. Lo anterior hace que existan conflictos internos para exponer caminos de certeza.

Hasta que usted no se desprenda de sus condicionamientos es imposible ver la dimensión del bosque, se queda en los árboles.

Quizás no soy yo para hacerle recomendaciones, y menos actuar de interpretador del oráculo de Delfos, pero desde la vanidad del oriente lo invito a que busque el silencio y la soledad para que se desprenda del ego que contamina a los mortales, y así pueda revelarse mejor. No es hora de salir a la palestra, amordace sus intenciones, y permanezca acuartelado en actitud de escucha.

Señor, presidente, haga caso omiso a los gritos de la galería, donde todos al unísono pedimos respuestas y queremos soluciones a los errores cometidos por los hampones del congreso en convite con las cortes, y los de su gobierno.

En sus manos esta el futuro del país, no olvide lo que ocurrió entre Pompeyo y Julio Cesar, Luís XVI - Toma de la Bastilla -, y menos pasar por alto hechos significativos de la historia reciente: El grafiti inmortal de Paris (mayo del 68) "Dale libertad a la libertad", la Primavera árabe, los indignados de Madrid, etc.

Adelantar gestiones de gobierno para aclimatar el éxtasis en que nos encontramos sumergidos, no es correcto. Por muy nobles que sean sus intenciones los ánimos se van atemperar. La gleba quiere cabezas rodando en el ruedo de la arena. No impida usted que esto ocurra con otras que, también, son viables: Dejad que el pueblo se exprese... es lo menos malo, a un aceptando que no siempre tiene la razón.

Si los vientos se dirigen a buscar una constituyente, afortunadamente o desafortunadamente desde la arista donde se mire, hay que dejar que esto suceda de manera tranquila. Es una salida institucional y legal que tiene el constituyente primario.

Señor, presidente: Los plebeyos destilamos ira y rugimos. Y como dicen, los bandidos del congreso: La política es dinámica, ok. Ya ellos y ustedes dilapidaron el mandato soberano que le entregamos. El ambiente está caldeado, el camino es inhóspito, el eco resolla en vendaval, lo mejor es que pasen las cosas sin entrar en contradicciones con lo promotores de otras vías.

La juridicidad de las instituciones - congreso, cortes, ejecutivo - está en entredicho. No hay confianza sino desesperanza, no hay credibilidad sino desazón en las gestiones de enmienda y/o de cualquier otro camino que se adelante por este canal.

Todos son de la misma caldera, hervidos y cocidos con el mismo vapor. Citar ahora al congreso para tratar de: Hundir, remendar, componer, sepultar, enterrar ese panfleto de normas constitucionales espurias, en sesiones extraordinarias, es retar al pueblo, es opacar la fuerza de convocatoria que el tiene.

La salida mas digna para esta situación es la siguiente: Convertir el recinto de la Duma senatorial en una mega cárcel, y allí mismo adelantar un juicio sumario, con prontitud y sin dilaciones, para conocer quienes son los padres de este bastardo jurídico que fue abortado o sino hacerlo también por vía referendo sancionando para siempre a los que votaron esta reforma.

Mucha suerte presidente, Dios nos bendiga a todos.