En Medellín ganó la turba enardecida

Por: William Franco

En Medellín ganó la turba enardecida

Que en Cartagena exista mucha prostitución, siempre lo hemos sabido, se quedó con la corona, ¿pero donde no hay?; que en Cali la costumbre es tirar piedra, por todo y por nada, no es ninguna sorpresa; que Bogotá es un caos, no es nada nuevo, es parte del paisaje, como ver llover; que Barranquilla y en general la Costa está infestada de bandas criminales, es un canto al cielo que no cobra ya titulares en noticias. Pero que Medellín recoja todas las anteriores, es inadmisible e inaceptable, raya en lo grotesco.

- La tromba de hampones que azotaron el "centro de la ciudad" cabalgando a las horcadas, por calles y avenidas, es un reflejo palpable e indómito de una realidad inocultable que viene desde mucho tiempo atrás. Sorpresas no hubo, todos lo sabíamos; la ciudad es una completa cloaca de forajidos bandidos y delincuentes organizados en combos y pandillas, que en afinidad mórbida se unen para llevar adelante sus fechorías.

"Basta ya de seguir diciendo y gritando que somos los mejores, y que Medellín es el mejor vividero"

Es la peor asonada que hemos soportado en Colombia, las dimensiones desbordaron la capacidad de la fuerza pública para controlar los aluviones de vándalos y bárbaros que arrasaron con todo a su paso. La desolación fue total, después del irritante huracán, atribulados y atónitos se recogieron los escombros y las humillaciones.

Las hordas de truhanes sentaron un precedente irrefutable, dejaron ver un control territorial sobre la zona. Con una infraestructura impresionante, de mando, recibieron unidades de apoyo desde diferentes lugares para sembrar el caos y emprender el pillaje. Fue una batalla campal, en 15 minutos todo el centro de la ciudad colapsó, la confusión y el rumor hizo de las suyas, los bandidos ganaron palmo a palmo calles y pasajes comerciales. El corazón y el alma de la "Eterna Primavera" quedó convertido en un polvorín de incertidumbre que infundía miedo y terror.

Que pesar..., de un plomazo estos rufianes nos arrancó la esperanza y los sueños, de muchos ingenuos que vivimos sumergidos en las quimeras, para mostrarnos la triste realidad en que vivimos. Una ciudad cercada por combos y bandas de todos los pelambres habidos y por haber.

En Medellín - y aplica para toda Colombia - campea el delito en todas sus facetas: La extorsión y la vacuna es un impuesto más que se debe tributar. Ejércitos de cobradores delincuentes, en adolescencia, recorren la ciudad, con eficiencia y prontitud, como si fueran la Alcabala de la corona en la colonia. Desde cárceles y antros se imparten las órdenes.

Son la otra DIAN que recauda millones y millones de reales para acrecentar su poder en sus gavillas, y así tener dinero para mantener y sostener mujeres que preñan en pubertad, donde se crían las ratas para la delincuencia. Es la cultura traqueta de los maleantes, preñar una y otra vez, vivir la vida a velocidades extremas, porque saben que mas pronto que tarde morirán como desecho almizclero que son.

Duele aceptarlo: Somos una fábrica de pillos y sicarios que después irrigamos al país. No hay disculpa somos una pesadilla, una carga innoble para Colombia. Somos una conjunción o una disyuntiva, pero igual siempre terminamos siendo lo peor. Somos la cuna del contrabando, del narcotráfico, del secuestro, de los sicarios, de las oficinas de cobro, etc. Somos la sociedad de los extremos, tenemos lo mejor y lo peor. Hoy el espacio no es para las vanidades.

No es hora de flagelarnos y mucho menos de ocultar la verdad, es el momento de reconocer nuestras carencias y debilidades.

"Que nos ganamos ser una ciudad con innovación si por las alcantarillas brota el lumpen del delito"

Lo ocurrido hace un par de días es el reflejo del micro tráfico, del crimen organizado, que como ardillas arrasaban el maizal, igual camino se recorre con otros delitos en el centro y en los barrios. No podemos negarlo nuestra ciudad es una bomba de tiempo.

- Con profundo pesar tenemos que reconocer lo permisivos y alcahuetas que hemos sido. Lo urgente ahora es ponernos a trabajar con decisión y firmeza, en temas de seguridad. No hablemos mas de competitividad para no hacer el ridículo. Una sociedad eclipsada por el delito no es viable ni sostenible. Lo primero que tenemos que construir es: Seguridad.

Llegó la hora de ponernos serios y dejar la estupidez, en seguir siendo perros adormecidos, con posiciones resbalosas. No mas frases románticas:"Somos mas los buenos que los Malos". Ahora las afinidades espirituales debe ser: Arreciar, arreciar, para quitarles cuadra a cuadra, de esquina en esquina la ciudad a estos fétidos bandidos. No mas ejercicios y planes pilotos, tenemos que aplicar la fuerza, sin ambages y delaciones.

No importa el lugar donde nos encontremos, la actividad que desempeñemos, el problema y la responsabilidad es de todos lo que habitamos el mismo bote. Tenemos que remar en la misma dirección acompañando y presionando a las instituciones. No basta quejarnos, y asumir posiciones lastimeras. No importa si nos cuesta sangre, sudor y lágrimas en recuperar la ciudad, pero hay que hacerlo al costo que sea necesario. Tenemos que dar un ejemplo a nosotros mismos, y al país, que si se puede.

"Hablar de paz es muy fácil, pero lograr alcanzar la seguridad es lo complejo" No mas enjutos policías sumergidos en el miedo, saquemos los comandos de asalto urbano, y si hay que costear más, los que sean necesarios, pues se hace. Pero el reto no puede ser inferior a las expectativas del entorno que queremos. El camino por andar estará llenos de tropiezos, pero tenemos que comenzar, ahora, a dar la guerra que nos falta por librar.

"Cuando las necesidades de un pueblo se vuelven insuperables, la ley no puede frenar, tampoco impedir, que se alcance el fin supremo, el bien general. Las vías de hecho son el derecho, si son necesarias ... aunque sean por una sola vez, y otras cuantas, si es necesario."

- El autor -

Octubre 6 2012